La iluminación navideña se ha convertido en una carrera enloquecida en la que medio planeta compite por ver quién tiene el árbol más alto y la ciudad más brillante. Pero más allá de su lacerante impacto energético, la contaminación lumínica mata insectos y pájaros, y nos impide visualizar el cielo. Hoy los reyes magos tendrían serias dificultades para poder seguir la estrella de Oriente que, según los Evangelios, los guio hasta el pesebre donde había nacido Cristo. La tradición del misterioso astro, cuya explicación podría tener origen en un fenómeno astronómico ocasionado por una conjunción planetaria, está muy arraigada y es a la que alude toda la iconografía de las luces de Navidad. Entonces, si todo viene de un único punto luminoso en el cielo, ¿por qué no devolver la iluminación navideña que hay a pie de calle a su lugar de origen, la órbita planetaria? ¿Convertir toda esa exhibición de luces en una nueva estrella de Belén que se vería durante estas fechas desde numerosas rincones del mundo?

¿por qué no devolver la iluminación navideña que hay a pie de calle a su lugar de origen, la órbita planetaria? Parece ciencia ficción, la ocurrencia de una mente utópica o disparatada, pero es tecnológicamente posible, existe ya un prototipo de satélite listo para ser desarrollado y enviado al espacio, se llama Espill, ha sido diseñado por el estudio de arquitectura Takk y se expondrá a partir del 11 de diciembre en el vestíbulo del DHub. Es la estrella de Navidad que Barcelona propone al mundo. “No se trata de un proyecto de ingeniería, aunque tecnológicamente sería viable, sino de una propuesta de diseño especulativo, un artefacto que habilita una conversación sobre los nuevos señores de la atmósfera que están colonizando la órbita baja, sobre quién tiene derecho a enviar una nueva luz al cielo... Porque cuando creíamos que habíamos conquistado todas las fronteras posibles, resulta que estamos conquistando nuevas fronteras. La capacidad humana de buscar nuevos lugares de extracción no se agota nunca. Y la oscuridad del cielo va a ser un nuevo bien a pelear y proteger”, argumenta José Luis de Vicente, el director artístico del DHub. - lavanguardia