Inútiles soldaditos de plomo - 
Los atentados suicidas perfectamente organizados en Bombay en diciembre de 2008, así como los del metro de Londres, el 11-M en Madrid o el 11-S en Nueva York, Bali y otros que se han producido en los últimos años, en Boston, los de Charlie Hebdo, los París de noviembre de 2015, a los que hay que añadir los de hoy en el aeropuerto y el metro de Bruselas, nos muestran con toda su crudeza ésta no guerra del Siglo XXI, la no guerra que sufrimos de un enemigo invisible, que no sabemos cuando nos atacará, porqué puede hacerlo cuando quiera. Un enemigo dispuesto a morir matando haciendo el máximo daño posible donde cuece más, la población civil, los magnicidios han pasado a la historia, ahora nos atacan en el peor escenario, la ciudad.
Estos soldados invisibles no se si ya se han dado cuenta los gobiernos, pero en muchos de los casos, los tienen dentro de casa, los han educado ellos dentro de su sistema, y ​​no hay nada que hacer, pueden atentar siempre que quieran y si unos fallan, tras de ellos vendrán otros, y otros y otros.
De nada sirven los ejércitos convencionales como se ha hecho patente una y otra vez, ni el contraespionaje, servicios secretos, policía y otros sistemas de prevención convencionales. No es necesaria tampoco ninguna gran infraestructura para cometer un atentado como el de hoy en Bruselas, con tres o cuatro iluminados que pueden fabricar tres o cuatro bombas caseras, siguiendo las instrucciones en Internet es suficiente, y la policía parece que es incapaz de controlar donde se proveen de los materiales necesarios.
Y esta sociedad adocenada que reclama seguridad al cien por cien para todo, que lo quisiera tener todo controlado, debe empezar a entender que la seguridad al cien por cien no existe, pero así como hasta ahora, nos habíamos acercado en varios aspectos, ahora se ha estancado, y por mucho tiempo.
El terrorismo global es una amenaza real, diaria, que puede estallar en cualquier momento en cualquier lugar del planeta, allí donde menos se espere. Puede ser en un avión, en un tren, un autobús, una terminal, un Centro Comercial, una Fiesta mayor, un Hotel, o en medio de una calle, una plaza, en un maratón como en Boston, en París, o como hoy en Bruselas. Habría que tener en cuenta la ineficiencia policial que se limita a llenar nuestras ciudades importantes de soldados armados hasta los dientes, que aparte de no servir para nada, restringen nuestras libertades.
Y contra estos ataques no hay nada que hacer, sólo esperar que toque en otro lugar que no sea en tu casa. Manuel Valls, el primer ministro francés o Hollande, hablan de Guerra, es un error, no se trata de una guerra, es una no guerra, y ya pueden darle las vueltas que quieran, sólo hay una solución, todo lo que suene a Islam, musulmán ha de ser expulsado de Europa, todos, del primero al último, sin excepción, y obviamente los europeos no pisar ni de coña estos países, donde tampoco se nos ha perdido nada. El buenismo no ha funcionado, eso es evidente, y el diálogo es imposible, es de sordos. Puede sonar a fascista, pero es de hecho la única manera de solucionar en gran parte el problema.
Lo digo, porque intentar enderezar este integrismo a base de intentar inculcar los valores democráticos de los que nos jactamos los europeos y que tampoco es que practiquemos mucho, como el respeto al más débil, la igualdad de género, respetar la opinión del otro, los derechos de los ciudadanos, son papel mojado que las autoridades Europeas pregonan con la boca pequeña. Quizás porque Europa no es una unidad política y menos aún diplomática, y cada uno de sus estados miembros tira por el lado que más le conviene. 
Pongamos que hablo de una Europa que ha traicionado sus derechos fundacionales, sus valores que por no utilizados no son ni fundamentales ni básicos. El Balneario Europeo, como el de Panticosa ha entrado de lleno en la decadencia, una decadencia de la que ya no será capaz de salir adelante.
No es una guerra ¡estúpidos!, es la descomposición de toda una sociedad. Y es una confrontación que ni política ni culturalmente podremos gestionar, es una batalla perdida antes de empezar.