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EPISODIOS VIOLENTOS, UN FENÓMENO GLOBAL


El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, tuvo que responder a la sesión de control del Parlament sobre los episodios violentos que se han vivido en Molins de Rei, Manresa o Vic en menos de una semana. Elena afirmó que las peleas son un fenómeno global. ¿Y? ¿Nos tranquiliza que esto no sea una expresión de ferocidad local? También dijo tener claro que la solución del problema debe ser interdepartamental, aunque prometió una respuesta clara de los Mossos d'Esquadra.
No niego que los fenómenos violentos sean globales, sino que esto no es excusa para dar respuestas locales. En Los Ángeles, Filadelfia o Nueva York hemos visto en las últimas semanas asaltos muy violentos contra personas y establecimientos, que además se graban como si se tratara de unos flashmob para viralizar los delitos. Pero lo peor que puede ocurrir en una sociedad es normalizar la violencia. Y la policía resulta un pilar (no digo el único) para que esto no ocurra. No puede que crezca el número de personas que salgan de fiesta con una navaja en el pantalón. En el bolsillo no se llevan armas blancas, sino pañuelos limpios en la sociedad que todos aspiramos a vivir.
"Algunas de las causas las ha detectado Bard: Los jóvenes con trastornos de conducta, como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o el trastorno de la conducta, tienen mayor riesgo de participar en comportamientos violentos. El consumo de "alcohol y drogas puede reducir las inhibiciones y aumentar la probabilidad de violencia. La inadaptación social: Los jóvenes que se sienten aislados o rechazados por los compañeros pueden ser más propensos a la violencia. Junto con un ambiente permisivo: Un ambiente en el que la violencia se tolera o incluso se celebra puede aumentar el riesgo de que los jóvenes se involucren, en algunos casos, los actos de violencia juvenil en fiestas y actos multitudinarios pueden estar motivados por un conflicto específico, como una pelea entre bandas o un altercado entre dos personas: En otros casos, la violencia puede ser un acto aleatorio, motivado por el alcohol o las drogas, o por una sensación de frustración o ira. Para prevenir la violencia juvenil en fiestas y actos multitudinarios, es importante abordar los factores de riesgo individuales y ambientales. Esto puede hacerse mediante programas de prevención que se centren en la promoción de la salud mental, la reducción del consumo de alcohol y drogas, y la creación de entornos más seguros y positivos para los jóvenes"
Pero esto es teoría de primero de IA, en realidad estos actos de violencia se producen por mero mimetismo y por descargar la ira, la frustración de los jóvenes, una ira y frustración impostadas debido a su mala formación escolar y familiar...
"La prueba de que cuando Elena dice que el fenómeno es global la tenemos en estas declaraciones de José Pesuto, psicólogo de la Casa del Joven de Córdoba (Argentina) en la que coordina el área de problemas psicosociales, entre ellos, la violencia. Al analizar las causales de estos conflictos, indicó que hay cuestiones específicas de los grupos y que el motivo inicial puede ser cualquier cosa: insulto, mirada, territorio.“Hay grupos de determinados barrios que marcan su territorialidad, su pertenencia a un barrio mediante la violencia, y en eso la incursión de un extraño habilita a estas marcas de territorialidad que se pueden dar en estos contextos nocturnos, cuando salen fiestas, cuando la policía no está tan presente o hay como una zona liberada”, explicó.
De su experiencia dando talleres con jóvenes se desprende también la lectura que para muchos la violencia es una forma de “hacerse respetar”. “La violencia es una vía que los jóvenes se encuentran para que se les reconozca: este grupo se vuelve loco con que fulano de tal es el 'mandamás' , y eso tiene que ver con otro punto importante: a los jóvenes les cuesta encontrar hoy un proyecto de vida, camino de desarrollo personal, entonces en este tipo de acciones encuentran una forma de ser alguien”, indica Pesuto. Por eso aclara que hay dos franjas etarias donde se encuentran diferentes factores: la que va de 14 a 18 o 20 en la que los adolescentes buscan su identidad y prueban los límites, “hasta dónde estoy capaz” dónde puede, reunirse con otros factores y aflorar la violencia. Allí es donde, dice, debe haber un acompañamiento de los padres, supervisión (sin ánimo de ser sancionatorio y persecutorio), de las salidas, saber con quién está, cómo les fue a la salida, etcétera.
Por otra parte, existe la franja de los mayores de 20 que no estudian ni trabajan y que no tienen una motivación, un proyecto de vida que los identifique. “En estos contextos también puede aparecer la violencia frente al aburrimiento de la rutina. El consumo de sustancias o una pelea pueden aparecer como alternativas para encontrar esa adrenalina que no se encuentran en otro ámbito de tu vida”, señala Pesuto. En este punto, también marcó la necesidad del acompañamiento de padres o adultos a cargo de estos jóvenes para ayudarles a gestionar sus proyectos."

Aunque la casuística de Córdoba sea diferente a la de Cataluña, en el fondo el problema es el mismo, la inadaptación de la juventud que la lleva hacia la violencia, y éste es un fenómeno fácil de detectar y un problema muy difícil de solucionar . Cuando una parte de la sociedad pierde el respeto a las instituciones y los actos multitudinarios, es una sociedad en decadencia y sin solución. Los disturbios irán cada vez a más y con más violencia, y recordar solo que llevan navajas peque no tienen acceso a comprar armas - todo llegará. Con información de la vanguardia, la Voz de Córdoba y Bard.

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