BLOG DE FRANCESC PUIGCARBÓ - ÚLTIMOS ESCRITOS

EL DESMAYO, UNA EVASIÓN

Tomemos como ejemplo el miedo pasivo. Veo llegar hacia mí una fiera. Mis piernas flaquean, mi corazón late más débilmente, me pongo pálido, me caigo y me desmayo. A primera vista nada menos adaptado que esta conducta que me entrega indefenso al peligro. Y, sin embargo, es una conducta de evasión. El desmayo es aquí un refugio. Pero no creeremos que es un refugio para mí, que intento salvarme a mí mismo, de dejar de ver a la fiera. No he salido del plan irreflexivo: pero al no poder evitar el peligro por los medios normales y los encadenamientos deterministas, lo he negado. He pretendido aniquilarlo. La urgencia del peligro ha servido de motivo para una intención aniquiladora que ha impuesto una conducta mágica. Y, de hecho, lo he aniquilado en la medida de mis posibilidades.

Estos son los límites de mi acción mágica sobre el mundo: puedo suprimirlo en tanto que objeto de conciencia, pero esto solo lo consigo suprimiendo la propia conciencia. No creeremos que la conducta fisiológica del miedo pasivo es puro desorden: representa la brusca realización de las condiciones corporales que suele llevar el paso del estado de vela al de sueño. Jean-Paul Sartre - Esbozo de una teoría de las emociones (1939).

También algunos animales se desmayan ante una situación de presunto peligro, se llama fenómeno de “cabras miotónicas” y se produce por un efecto congénito que hace colapsar el sistema nervioso de cierta variedad de estos animales. En realidad, estas cabras no son responsables de ser idiotas, sino que comparten una alteración congénita conocida como enfermedad de Thomsen. Ésta consiste en que, al entrar en pánico, se produce una contracción inmediata de tipo muscular y caen a peso. Lo risible de las cabras miotónicas es que no saben distinguir entre un lobo hambriento y un paraguas abriéndose ante él.

Esta variedad es utilizada para la protección de los rebaños de ovejas en campo abierto, ya que si aparece un depredador las ovejas salen corriendo rápidamente, mientras que las cabras miotónicas se quedan paralizadas y sirven como carnaza inmóvil para el lobo asaltante y, de de este modo, se salva el rebaño. 

Todo esto suena a un poema que se atribuye a Bertolt Brecht, pero es de Martin Niemöller, pastor de cabras luteranas y esconde la advertencia de que hay que enfrentarse a los lobos si no quieres que te acabe devorando un paraguas.

:

0 Comentarios:

Publicar un comentario

- CRÒNICAS DE GAZA - THE ELECTRONIC INTIFADA

DESTACADAS