SREBRENICA EN EL RECUERDO

En julio de 1995 se escribió uno de los capítulos más oscuros de la historia europea moderna. Más de 8.300 niños y hombres fueron asesinados sistemáticamente y enterrados en fosas comunes en las colinas que rodean la ciudad de Srebrenica. Hoy, 29 años después, 14 de esas víctimas, recientemente identificadas, recibirán sepultura en el cementerio del complejo memorial de Srebrenica-Potočari. Para sus familias y seres queridos, supone el cierre de un capítulo prologado y doloroso de incertidumbre.


El estado holandés fue declarado culpable de la muerte de tres bosnios musulmanes en la masacre de Srebrenica, durante la guerra de Bosnia, según la sentencia de un tribunal holandés hecha pública ayer martes. Holanda estaba acusada porque eran sus tropas las que estaban al cargo de Srebrenica, zona declarada "área de seguridad" para las fuerzas de paz de la ONU en julio de 1995, cuando las fuerzas serbio-bosnias entraron y mataron hasta a 8.000 bosnios musulmanes. Las familias afectadas, que ahora tendrán derecho a ser compensadas, se querellaron contra el país, que actualmente está pendiente de otros juicios por motivos similares.
El 11 de julio de 1995, la pasividad de las fuerzas holandesas de las Naciones Unidas permitían la masacre de Srebrenica en Bosnia. Lo más terrible, lo más vergonzoso de esta matanza, es que se podía haber evitado, que parecía que las fuerzas de Naciones Unidas la evitarían. Solo era necesario que Europa no abdicara del compromiso adquirido de defender los valores fundamentales, los derechos básicos de las personas y las etnias. Pero la Europa que cincuenta años antes, ante el horror de los campos de exterminio de Auschwitz o Mauthausen, se había conjurado para no permitir "nunca más" el horror nazi, no movió ni un dedo para evitar el horror de Srebrenica.
Los txétniks serbios entraron en la ciudad, separaron a los hombres de las mujeres y los niños y ante la pasividad de las fuerzas militares que se suponía estaban allí para proteger a los bosnios ejecutaron entre siete y diez mil personas, de las que se han recuperado en fosas comunes unas tres mil. Y esto, para vergüenza de toda Europa, sucedió a dos horas de avión de Barcelona o París, solo hace veintinueve, no trescientos. Vergüenza, vergüenza, vergüenza. Hacía casi tres años que el ejército y las milicias serbias habían arrasado de forma fríamente calculada y sistemática, mezquitas, escuelas, viviendas y todo el patrimonio cultural en la Bosnia ocupada. Habían bombardeado, asesinado, violado sistemáticamente a sus ciudadanos ..., obedeciendo las consignas de un plan de limpieza étnica preparado y apoyado por el gobierno de Yugoslavia presidido por Slobodan Milosevic.


Todo esto pasaba aquí al lado y los dirigentes europeos, a pesar de constatarlo, se lavaban las manos y fueron incapaces de entrar en acción, de tomar medidas contundentes contra la barbarie genocida del régimen de Milosevic. Fue esta pasividad de todo el mundo occidental que dio alas a los txétniks para masacrar al pueblo bosnio.
Me gustaría creer  veintinueve años después de que unos hechos como estos no se podrán repetir, o no deberían repetirse nunca más, pero no hay nadie en Europa que pueda garantizarlo. Vergüenza, vergüenza, vergüenza y miles de muertos inocentes, y Europa mirando hacia otro lado...

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