Negocios y comercios judíos atacados durante la Noche de los Cristales Rotos en Magdeburgo, Alemania, en noviembre de 1938./Archivo Federal Alemán
El 22 de noviembre, Philippe Lazzarini, comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), emitió una contundente denuncia acerca de una campaña dirigida a “deshumanizar” a los palestinos. Al adentrarnos en este comunicado, surgen interrogantes cruciales: ¿La deshumanización del pueblo palestino es un fenómeno reciente, ocurrido hace apenas un mes, o es algo que ha estado gestándose durante un período más prolongado? ¿Cómo se lleva a cabo este proceso de deshumanización? En este artículo exploraremos las raíces y etapas de la desensibilización hacia el pueblo palestino.
Durante el siglo XX, la demonización del “otro” o del enemigo alcanzó su punto álgido debido a los conflictos bélicos que marcaron esa época. La deshumanización de un pueblo se convirtió en un acto de violencia en sí mismo. Los contextos históricos, desde la colonización europea en África y Asia hasta las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, contribuyeron a que este discurso fuera constante en los medios de comunicación. Esta retórica legitimó cualquier acto inhumano, ya sea basado en el origen, la raza o la religión. Un ejemplo paradigmático de cómo funcionaba esta maquinaria se encuentra en la Alemania nazi.
La Alemania nazi estableció una maquinaria propagandística cuyos efectos resonaron en el futuro. La clave de este engranaje radicaba en el uso diario y coloquial de un lenguaje vejatorio y violento dirigido contra una parte de la población alemana. Además, este discurso emanaba desde instituciones públicas, lo que resultó en la propagación de un discurso xenófobo que cuajó en todas las capas de la sociedad alemana.
Las campañas propagandísticas crearon una atmósfera propicia para la violencia dirigida hacia judíos, homosexuales, gitanos y comunistas en Alemania. Lo que comenzó como la progresiva reducción de los derechos de estos grupos derivó en su marginalización y, finalmente, en un exterminio masivo. Esta deshumanización encontró puntos de apoyo a través de diversos medios, como el cine, los periódicos, la prensa, la connivencia policial y los discursos públicos.
El cine ha sido una herramienta que ha contribuido a solidificar estereotipos negativos en la sociedad, creando narrativas que refuerzan prejuicios y clichés sobre las poblaciones marginadas en Alemania y, más recientemente, en Israel. Un ejemplo emblemático de esta dinámica fue la película El judío Süß de 1940, que proyectaba estereotipos perjudiciales y era utilizada como herramienta de propaganda ante audiencias específicas, como los componentes de las SS y fuerzas policíacas.
En el contexto israelí, las películas han desempeñado un papel en la deshumanización de los palestinos. A diferencia de las representaciones ficticias burdas, algunas películas basadas en hechos reales, como Mivtsa Yonatan de 1977, Delta Force de 1986 o Munich de 2005, retratan a los palestinos como meros terroristas, presentándolos como amenazas sin ninguna motivación más allá de infundir terror. Incluso producciones más recientes centradas en el conflicto palestino-israelí, como Un Vals con Bashir de 2008 o Motivación cero de 2005, comparten la tendencia a limitarse a la perspectiva israelí, sin explorar el origen del conflicto ni abordar la complejidad de la situación. Este enfoque cinematográfico contribuye a perpetuar una realidad moldeada por Israel en la que los palestinos son presentados como el mal encarnado.
Durante el régimen nazi, los medios alemanes estaban bajo el control absoluto del gobierno. El Ministerio de Propaganda alemán lideró una campaña para justificar actos violentos contra las poblaciones marginadas. Un ejemplo emblemático de esta estrategia se observa en la Noche de los Cristales Rotos de 1938, donde miles de negocios y hogares judíos fueron atacados, lo que se tradujo en la muerte de casi 100 judíos y el envío de otros 30.000 a campos de concentración. Los medios, alineados con el Gobierno, describieron el ataque como una “solución al problema judío”, silenciando a los críticos al ilegalizar los periódicos judíos. Este control absoluto de la narrativa mediática contribuyó a la deshumanización y justificación de actos violentos.
En el ámbito mediático, Israel ha desplegado una estrategia activa para dar forma a la cobertura del conflicto, resaltando selectivamente la información que busca difundir. Un ejemplo claro de esta táctica se evidenció el 20 de octubre, apenas 13 días después del inicio del conflicto, cuando el Gobierno israelí aprobó una medida destinada a clausurar medios que considera un riesgo para la seguridad nacional, silenciando así las voces críticas respecto a las acciones del ejército israelí. Un caso representativo de este pulso se observa en la relación tensa entre el Gobierno israelí y el periódico Haaretz, que ha expresado críticas significativas hacia la Administración israelí desde el inicio de la ofensiva.
El ministro de Comunicaciones de Israel, Shlomo Karhi, ha adoptado la estrategia de imponer sanciones económicas contra Haaretz, buscando asfixiar financieramente al medio de comunicación. Este método guarda similitud con las tácticas empleadas por los nazis, quienes presionaban a los propietarios judíos de periódicos para que vendieran sus diarios a empresarios alemanes. Además de las amenazas económicas a los periódicos nacionales, Israel ha ganado notoriedad por recurrir a la violencia extrema contra periodistas, con un saldo de 66 profesionales de la prensa asesinados desde el inicio del conflicto.
En paralelo al sesgo en la cobertura, se ha observado un uso del lenguaje que contribuye a la deshumanización de los palestinos. La expolítica israelí Ayelet Shaked, anterior ministra de Justicia, tildó un ataque de Hamás como “nazi”, pero sus propias declaraciones pasadas revelan una retórica despectiva hacia los palestinos; ha llaegado a acusar a las mujeres palestinas de criar “serpientes”. Otros políticos israelíes, como el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el coordinador de las actividades gubernamentales en Territorios, Ghassan Alian, han llamado a los habitantes de Gaza “animales”, utilizando una metodología propagandística que ha sido comparada con tácticas nazis. Este uso del lenguaje refleja la deshumanización en la política israelí y sus preocupantes similitudes con estrategias históricas.
La percepción de invisibilidad, deshumanización y victimización de Israel ha trascendido fronteras a nivel mundial, con notables excepciones como los casos de Colombia y Bolivia, países que han decidido cortar relaciones con Israel en respuesta al conflicto, que muchos consideran un genocidio. Líderes de otras naciones europeas como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, sin embargo, han expresado su respaldo a Israel a través de visitas al país, aparentemente minimizando la desproporción entre las cifras de víctimas palestinas, que superan las 15.000, y las 1.200 israelíes. En otras palabras, la atención mediática parece centrarse en los 1.200 israelíes fallecidos, restándole importancia a la abrumadora cifra de civiles palestinos asesinados.
En cuanto a las caricaturas, se destaca el caso del Washington Post, que publicó una imagen impactante durante el conflicto. En esta representación, un líder de Hamás aparece atado a niños, un bebé y una mujer con hijab, bajo el título “Escudos humanos”. La caricatura, publicada el pasado 6 de noviembre, coincide con un periodo en el que el número de muertes, especialmente de niños, ya superaba las 4.000. A pesar de la posterior retirada de la caricatura unos días después, este episodio subraya la forma en que la insensibilización hacia las pérdidas palestinas se manifiesta incluso en medios de renombre. La utilización de imágenes que deshumanizan a los palestinos, presentándolos como escudos humanos, contribuye a perpetuar estereotipos y a crear una percepción sesgada que impacta en la opinión pública. Este tipo de representaciones caricaturescas refuerzan la narrativa que despoja a los palestinos de su humanidad, reduciéndolos a meros elementos de una estrategia militar, y perpetúan la deshumanización en el conflicto.
La deshumanización no surge de la noche a la mañana, como señalaba el líder de la UNRWA. Es un proceso gradual que se desarrolla a lo largo del tiempo, pasando por diversas etapas. Si observamos detenidamente, la deshumanización del pueblo palestino está precedida por un complejo engranaje y sistema que trabaja activamente para invisibilizar a los ciudadanos palestinos. Cuando finalmente un palestino emerge en el escenario, lo hace bajo la sombra de estereotipos negativos cuidadosamente construidos. La denuncia de este proceso es esencial para comprender la magnitud de la deshumanización y abordar sus raíces profundas. Selim Balouati, historiador para ctxt.
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